La Manga y la búsqueda de referentes

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Mucho más de lo que hoy en día se podría pensar viendo la realidad existente en La Manga, su planteamiento fue terriblemente complicado, pensado, racionalizado y meditado.

Para todos nosotros ver proyectos nuevos que nos inspiren, ver paisajes similares al de nuestro proyecto, con clima, orografía y particularidades es un problema de horas y de Internet. A principios de la década de los años sesenta esos problemas eran un mundo de complicaciones, de falta de información, de correos a un montón de amigos para que te orientaran, de buscar en globos terrestres, creo que pocos habrán tenido uno en la mano, buscando sitios en el planeta donde buscar paisajes similares.

Con La Manga no fue una excepción, sino uno de los problemas más exigentes, por todas sus singularidades.

Solo recuerdo tres de esos viajes, a lugares muy lejanos, tomar aviones era complicado, largo, costoso y muy pesado, y encontrar los contactos necesarios para que te enseñaran todo lo especial que tu querías ver, para encontrar soluciones a tus dudas, toda una experiencia.

Muchos años después, trabajando ya en el Estudio de mi padre, me tocó ser la organizadora de alguno de esos viajes y “doy fe” de lo complicado que era. En principio sé que se plantearon más viajes, pero por falta de tiempo, de posibles anfitriones apropiados y otros problemas, decidió realizar solo tres, intensos, pero para el indispensables para el en ese momento.

Uno de ellos fue a la costa de New York, la zona de Long Beach, Jones Beach y Fire Island, zona que si miráis en el Google Maps os parecerá al menos curiosa. Con Zonas absolutamente carísimas y zonas abandonadas, contrastes muy americanos.

La otra zona fue lógicamente Miami Beach, y toda su zona de influencia donde el desarrollo turístico era ya muy real, para lo bueno y lo malo.

Y como tercer destino, este sin mi madre, por las dificultades políticas y paz extremadamente inestable, a Israel, y al norte de la península arábica, cerca de Port Said, en una para aprender la correcta utilización de los escasos recursos hídricos y la otra por tener también lenguas de arena en el Mediterráneo.

Vino lleno de libros, datos, informes, ideas, ilusionado y soñando con todo lo aprendido como un niño con zapatos nuevos.

A mi sus historias me parecían, algunas de película de millonarios, otras Lawrence de Arabia, otras de mafiosos de casino, tampoco es que yo estuviera sobrada de referentes, pero todas ellas misteriosas y mágicas.

Recuerdo cuando me explicó el riego “Gota a gota”, los movimientos de las dunas y sus sonidos, plantas para fijarlas, plantas mágicas que conservan meses el agua y florecen solo cuando llueve, los hoteles de Miami Beach con lujos bastante horteras, los atascos de tráfico y las soluciones de taxis para casi todo, hoteles que casi te lo ofrecían todo lo inimaginable para que no salieras de ellos, con costumbres tan diferentes a las mediterráneas.

Cada uno de esos mundos solo tenían en común, soluciones muy diferentes para urbanizar y habitar franjas de arena, muy estrechas y largas, con problemas de agua, poca vegetación y posibilidades de ser planificadas desde un principio.

En Israel se reunió con especialistas en recursos hidráulicos, en su aprovechamiento, en residuos, con biólogos, especialistas el plantas del desierto, que soportaran el aire caliente, si hizo todo un master en desarrollo sostenible, frase que por primera vez oí cuando me explicaba la construcción del moderno Israel.

Yo notaba esa felicidad que traía mi padre de sus viajes, no de turista, sino de viajero, que aprende, que busca, que pregunta, que se integra, que absorbe todo como un adolescente, y ahora, muchos años después entiendo que a sus cincuenta y uno o dos años, a su regreso de un exilio, a su volver a empezar permanente, esos viajes, esas vidas, esos aprendizajes fueron una inyección de vida, de años, de ilusiones, y siempre lo recordaré joven, lleno de vida, tuviera la edad que tuviera. Aprender, pero sobre todo tener curiosidad nos hace invencibles a la comodidad, nos hace inconformistas, luchar por crecer personalmente y dar lo mejor de nosotros y eso es inmortal.

Tantos años después, en los principios de otro siglo, ahora ya sabemos que tenía mucha razón en estudiar ese futuro, que nos ha embestido y atropellado sin que sepamos reaccionar, ni educar a los que ahora empezamos a sufrir las consecuencias de nuestra falta de planificación, de no buscar a las personas que de verdad saben, de buscar aquellos que ya los están sufriendo y de copiar lo bueno del desarrollo humano, esquivar todo lo posible lo malo de nuestra huella sobre nuestro paisaje, y hacer incluso que aquello que queremos tenga un valor añadido muy importante, si queremos verlo por el lado económico, para que sea muy deseable por los demás.

4 Comentarios

  1. Creo que es bueno buscar referentes para nuevas ideas que nos den las soluciones. Hay que ir incluso allá donde puedan tener cuestiones de desarrollo urbanistico parecidas, pero a veces se nos olvidan las soluciones de toda la vida que tenemos muy cerca.
    En el Mar Menor los balnearios, ya usados antiguamente, son la solución para poder disfrutar de los baños más respetuosos con su entorno tan especial. Además son refugio para mucha de su fauna y flora.
    La costa del MM y sus playas no pueden seguir el modelo del Mediterráneo de baño, sol y arena. Sus orillas son parte crucial para el nacimiento y la crianza de muchas de las especies de la fauna subacuatica.
    Serían preferibles paseos maritimos sobre pasarelas de madera al estilo balneario, que la continua regeneración de playas de arena que se hacen todos los años y que ocasionan tremendos perjuicios para la vida de las orillas y que con un par de buenos lebeches terminan por desaparecer.
    Un sueño que quizá pueda hacerse realidad: paseos de madera que bordean pequeños islotes de cañaverales, refugio de la avifauna y que a su vez protegen las orillas de la erosión de los lebeches.

    • Hay que convencer a los responsables del turismo, los hoteleros, y los turistas que a la larga saldrá más rentable, muchos más pronto que tarde, ser sostenibles en los consumos y en el cuidado de la naturaleza.
      Muchos países empiezan a despuntar ese turismo cuidadoso, donde pagas verdaderas fortunas por ver eclosionar huevos de Tortugas y ayudarlas a llegar al mar, donde pagas mucho dinero por dar de comer y hacerte responsable unos días de algún pez o animal, por replantar fondo marino, donde en las escuelas de buceo, te enseñan también a replantar bosques de algas, eso es el futuro que tenemos que desear para los que vienen detrás de nosotros. Un abrazo como siempre…