La Manga, el poder y Picasso

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Llegar en los años a La Manga, también era llegar a un mundo muy diferente para mí, donde no conocía al principio a nadie, y solo iba conociendo a los hijos de los conocidos de mis padres.

Era claro quien era importante, quien era un recién llegado, quien era invitado a unas ciertas fiestas, a cenas en casas particulares, a quien se le agasajaba para que fuera tentado por el lugar y por el ambiente, pero yo solo entendía parte de la historia, solo una parte, la que me afectaba a los de mi generación y mis padres, que tenían sus propios códigos, había temas que supongo ahora que jamás me comentaron y bien que hicieron.

Fue uno de los primeros lugares donde oí hablar de V.I.P. , supongo que hasta entonces jamas había ni siquiera oído hablar de la palabra.

Preguntando a mis padres que quería decir, me explicaron lo evidente, “Very Important People”. Al principio no me quedo muy claro qué quería decir. Se refería al dinero que tenían, se referían a si profesionalmente eran muy buenos, si eran gente con cargos públicos, o alguna cosas así.

Mi padre, tan racional él, me explicó que la definición importante era otra, la que a partir de entonces utilizaríamos familiarmente para hacer nuestro catálogo personal y familiar y entendernos rápidamente entre nosotros. Me propuso que los llamáramos V.S.P., o sea “Very Special People”.

Me explicó que la otra expresión la dejará para los aeropuertos, y que lo importante es que me hiciera mi propia lista. Pregunté a quién tenía que incluir en ella y a quién había incluido él y mi madre en la suya. Me contestó que empezara por poner a toda persona a la que yo respetara y quisiera, como habían hecho ellos, y cuando él me dijera que una persona era de su lista, que era nuestro secreto, yo prestara atención, que era una clave para que yo escuchara y estuviera aún más atenta.

Con los años fui incluyendo personas en mi lista, eliminando a algunos y algunas, y muchas veces me di cuenta que la visión que nos transmiten de poder era demasiado injusta, clasista o falsa.

En unos de nuestros viajes al sur de Francia, uno de los viajes preferidos de mi padre, hacer toda la costa mediterránea en coche en nuestro viejo Ford Taunus y regresar con un barco llamado el canguro desde Génova, con el coche en la bodega del barco, pasamos como casi siempre por casa de Pablo Picasso.

Tenías que pasar un portero automático, creo que el primero que conocí también en una casa particular, y al llegar aquella vez, había mucha gente, de muchos lugares diversos, escuchándose todo tipo de idiomas simultáneamente.

Yo me retire a un discreto lugar a chafardear. Solo quería mirar, viendo que no había ningún niño, como si había habido otras veces, los hijos de Luis Miguel Dominguín y Lucía Bosé, Paula, Lucía y Miguel, por ejemplo y alguna vez la propia Paloma Picasso, mayor que yo, pero al menos una cara conocida.

Solo estaba yo, con mis once o doce años, así que a mi rincón y escuchar y mirarlo todo.
A la hora de comer se decidió salir a un lugar próximo. Cuando llegamos al restaurante o “bistro”, manteles de cuadros, seguí quedándome pegada a las paredes. Cuando se calmó el revuelo montado, aparecieron sillas y mesas de todos los lugares, se dieron cuenta que no habían contado con un lugar para mí, y cuando me estaban preparando un lugar se escuchó la voz de Picasso diciendo que me mandaran a su lado, a la propia esquina, que así podría hablar conmigo.

Evidentemente así se hizo. A mí me temblaban las piernas y me senté en la esquinita intentando camuflarme con el mantel.

La comida comenzó, todos hablaban al mismo tiempo, cualquier idioma y yo, para qué negarlo, asustada. En un momento dado me di cuenta que Picasso tan activo siempre, estaba aburriéndose y estaba un poco absorto. De golpe me dio un codazo y me dijo “¿ya te han explicado tus padres quién soy yo? Con la voz entrecortada le contesté algo así como el mayor pintor vivo. Se rió y me miró, me guiñó un ojo y me dijo “Soy alguien mucho más que eso” “soy el hombre más poderoso del mundo y te lo voy a demostrar después», dándome un codazo otra vez.

Siguió la comida y yo absorta en sus palabras, intentado comprender la broma, el codazo y el guiño. Fascinada.

La comida fue larga, o así me pareció a mí, y en el momento de pagar, un montón de manos se levantaron a pagar la cuenta, incluso levantar la voz para que el camarero les acercara la cuenta. En ese momento noté otra vez el codazo, lo miré, a los famosos «OJOS de Picasso” como decía Rafael Alberti y me volvió a guiñar el ojo. “Ahora verás”

Con gesto displicente levantó un poco la mano, un poco en aquel árbol de manos y como un rayo apareció un camarero jovencito, claramente habituado a ese gesto, con una cuenta en un largo papel largo, todo anotado a mano, y Picasso lo cogió esa nota y volvió a levantar la mano y como un milagro apareció un bolígrafo con rapidez de truco de magia, tomando la nota con la mano izquierda, la puso horizontal a él, y simplemente, firmó a lo largo con un larguísimo Picasso.

El chico desapareció con su trofeo, corriendo, a dárselo al dueño del local. Las manos en alto bajaron y se hizo un largo y extraño silencio. Picasso, mirando a mí me dijo “Ves cómo soy el hombre más poderoso del mundo, ni siquiera necesito dinero, ese es mi poder, mi nombre vale más”

Tarde muchos años en entender todo lo que significaba aquellas palabras, pero cuando me encuentro algún “supuesto poderoso o importante” siempre pienso en Picasso y en mis V.S.P.

4 Comentarios

  1. Magnífica anécdota y pedazo de lección de vida de alguien tan especial como Picasso.

    Antes se decía que lo que vale una persona es lo que vale su palabra.

    Es curioso que actualmente ese singular de la palabra, algunos pretendan entenderlo como plural, y parezca que la importancia de una persona sea correlativa con el montón de palabrería que sean capaces de endosarnos en sus discursos en politiqués.

    En fin, la eterna lucha con las palabras de los sofistas huyendo de la verdad del «yo sólo sé que no sé nada», y que no son nada ni nadie ante la firma de un genio del arte que supo hacer que sus garabatos valieran más que las firmas de los presidentes de los bancos centrales y su dinero.

  2. Y lo relativo del poder, la poca relevancia histórica que puede llegar a tener el dinero, recordemos en que circunstancias murieron Vincent Van Gogh, Oscar Wilde, la mayoría de los grandes científicos, de antes y de ahora, donde la gente conoce quien es un concursante de Gran Hermano pero no quien le ha salvado su propia vida con una vacuna.
    Quizás somos nosotros y nuestras prioridades, con nuestros consumos, y no me refiero solo a las marcas de las cosas, sino a la frivolidad en el que consumimos basura informativa, basura alimenticia, y no protegemos nuestros tomates bien cultivados, porque parezcan más feos o sean un céntimo más caro, cuando luego tenemos que gastarnos fortunas en limpiar el agua. Un abrazo como siempre por tus comentarios tan elegantes y sabios.