La Manga, la exactitud y la reflexión

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Manuscrito sobre el conjunto Hexagonal de Antoni Bonet / V.BONET

En este momento de mi vida tengo muchos proyectos de trabajo, pocos de ellos, remunerados, pero me permiten en lujo, porque lo elijo, es hacer aquello que quieres realizar, como tú crees que hay que desempeñar, equivocadamente o no, pero eso es un gran regalo de la vida.

Duramente muchos años, en el estudio de arquitectura de mi padre, recibíamos peticiones de estudiantes, editoriales, amigos arquitectos, revistas especializadas, universidades, sobre determinadas obras, o un conjunto de ellas, y mi padre y todo el estudio, sabíamos, que por tonto que fuera el texto que íbamos a mandar, daría mucho más trabajo del imaginado en otros ámbitos.

Le explicábamos las peticiones y el describía, con muy pocas palabras, la definición de la obra. Algunas veces, en un trozo de papel, recortaba los trozos de papel con una regla, o con la uña, pues, antes de que existiera la palabra, él ya era ecologista, y el papel había que tratado como un bien escaso.

Otras veces, lo dictaba, una y otra vez, haciéndotelo leer después, para retocar una y otra vez, una palabra o una coma.

Después se lo pasábamos a la secretaria, que era la que dominaba el tema del teclado, y volvías con el trozo de papel, cuando sabias que no le interrumpías, para que le diera su visto bueno.

Eso jamás ocurría a la primera, te lo corregía, lo leía y lo releía una y otra vez, hasta que teníamos el visto bueno. Solo hasta ese momento, el trozo de papel hacia un verdadero viaje por el estudio, e incluso por su casa o la mía.

Y gracias a la vida, fui guardándolos, montañas de papeles, folios, y notas……Y ahora, puedo consultarlos, compartirlos con los académicos y especialistas en el tema y, hoy, uno de ellos con vosotros.

Muchas mañanas o noches, vivíamos en el mismo edificio, yo en el 1º y el en el 5º, y ese ascensor hacia muchos viajes. El Estudio estaba en el semisótano, del mismo edificio, pero tapio, en serio, la salida, decía que así se obligaba a salir a la calle, y subir y bajar, caminar y eso le ayudaba a desconectar.

Desde pequeña, en nuestras tertulias a la hora del desayuno de fin de semana, las más preferidas por él, me explicaba una y otra vez, la importancia de ser exacto, tanto con las palabras, como en todo lo que te rodea. “No me sirve que me digas, quería decir ni ninguna muletilla semejante, lo importante es lo que estrictamente has dicho”

Si era así de rigurosos con las palabras, imaginaros en el trabajo, o en cualquier otra faceta de la vida. Hoy en vez de buscar una foto, creo que refleja mucho más de su carácter, de su rigurosidad, de su mente, concreta, precisa, exacta y poca dada a los adjetivos decorativos, a las explicaciones innecesarias, petulantes y textos redundantes y superfluos, esos trozos de papel, son toda una declaración de vida, de ser, de un ser humano racionalista.

Ese volver a hacer, a corregir un texto o un plano, una idea, hasta que al final, llegas, a una muy parecida a la primera creación, fácil cuando la ves, pero resumen del trabajo intenso, a esas correcciones, a esas comas en un texto, que cambian el sentido de una frase, esa es la mejor descripción da la seriedad de un trabajo creativo.

“ ….se trata de concentrarse, de hacerlo bien, tardarás el mismo tiempo, pero tienes que concéntrate en lo que estás haciendo y con qué propósito”.

Este consejo me lo dio un día que yo, siendo adolescente, salía a pasar la tarde con los amigos, y al despedirme, me llamó, con voz baja, mala señal para mí, señal de la seriedad de sus palabras y me comentó, si creía que iba apropiadamente vestida.

Yo me miré y vi rápidamente mi fallo. Llevaba una camiseta, unos tejanos, y unas deportivas, las de mi época, nada del otro mundo, pero la camiseta era amarilla y las zapatillas, algo así como rosas. Evidentemente, no hizo falta que repitiera el María Victoria, ya en sí una llamada de peligro, sino que fui a mi cuarto, me concentré y cambié mi vestimenta.

“…Hay que ser muy elegante y saber mucho para llevar o combinar en todo, más de dos colores”. Evidentemente, jamás he olvidado el consejo, y la moraleja de la observación.

Con este pequeño texto corregido por él, tengo varias versiones, del Conjunto Hexagonal, o La Torre Negra, supongo que de varios años y para distintas ocasiones.

No son exactamente iguales, ni servía usar siempre ya una redactada para otro momento, siempre había correcciones, lo veía con distintos ojos, así que tengo, distintas versiones, retocadas de textos, de entrevistas escritas, de textos para conferencias, de sus notas manuscritas, y ahora que puedo releerlas con más calma, entiendo mejor, los pequeños detalles, esas modificaciones o rectificaciones que tanto me hacían padecer de joven. Solo mi instinto me hizo guardarlas, sabiendo que no era un trabajo vacío, sino algo mucho más importante, que un pie de página.

Esa palabra tan poco usada hoy en día, de oficio, creo que es la adecuada.

Y como siempre #SosMarMenor desde la lejanía física, que no emocional.

2 Comentarios

  1. Como siempre reconfortante una descripción del empeño por la excelencia, la lucha por la perfección y la mejora, de personas apasionadas por el oficio que da sentido a su vida.
    Un arquitecto incluso de la palabra.
    Las palabras que no se lleva el viento son las que dan forma a nuestros pensamientos y sentimientos, al igual que los edificios necesitan no sólo de una estructura para que se entiendan, si no también un sentido estético para que aporten belleza y atractivo en los que las leen, las escuchan, las meditan, …
    Nunca se sabe donde terminan las palabras, incluso las que se lleva el tiempo y que parecer ser que nos las trae el viento.

    The answer, my friend, is blowing in the wind
    The answer is blowing in the wind
    Bob Dylan

  2. Homenaje
    A ti, arquitecto de la luz, tocado
    del soplo de la mar grecolatina;
    mano que eleva, frente que origina
    la gracia en el azul ilimitado.
    Por ti otra vez el cielo fue creado,
    por ti el oscuro bosque se ilumina.
    Canta tu arquitectura cristalina
    sobre el espacio más deshabitado.
    Te espera el sol, el aire anda impaciente
    del campo a la ciudad, y el hombre siente
    morirse de dolor en la mirada.
    El arquitecto puede hacer la rosa
    y con el sol la vida más dichosa,
    en luz, en luz, en luz edificada.
    Rafael Alberti
    Homenaje a Antonio Bonet 1947