La Manga y el protagonismo

1

Muchas veces, no solo yo, sino creo que muchas personas relacionadas con el arte, cualquiera que sea, se deben hacer encontrado el mismo problema.

Cómo explicar, cómo acercar un cuadro, una pieza musical, un libro o un edificio a una persona ajena a el vocabulario que sin darnos cuenta, terminamos todos utilizando, y que finalmente se convierte en tan “elitista” que solo entre nosotros o los sabios sobre la materia termina entendiendo.

El mérito de los grandes divulgadores, de los grandes creadores de curiosidad en todos nosotros, no necesariamente son los más sabios, sino los que nos acercan con más pasión, con mas acierto en las palabras, y consiguen crearnos la necesidad de saber más de un tema.

Cuando consiguen despertar en nosotros ese capricho intelectual de conocer, de saber y de averiguar, de bucear, descifrar incluso de aprender, sin palabras grandilocuentes, ni ostentosas, quizás mas exactas pero poco cercanas, que lo único que consiguen es aburrirnos.

Al escribir estas líneas siempre intento no aburrir, no ser técnica ni pedante. Esa es mi intención.

Cuando la arquitectura hay que explicarla mucho, llenarla de adjetivos, suele haber fracasado en sus fundamentos. El arquitecto, en todas sus facetas, ha de ser suficiente sabio, como para cumplir su misión más primaria, de resolver los problemas, encontrando soluciones, aparentemente muy simples, ha problemas muy concretos y complejos.

En el fondo es un mago, que te traslada por el espacio, te lleva de la mano a que veas un entorno, por un sendero por el creado, haciendo que te fijes, en lo que el cree que ha de ser el centro de tu visión, la más hermoso o excelente, y ocultándote todo aquello que es solo instrumental, necesario, o imprescindible para el funcionamiento del edificio.

Mi padre en muchos de sus edificios, utiliza esos recursos, tan poco visibles, tan sutiles, que terminas viendo y disfrutando muchas cosas de una manera tan delicada, que ni te das cuenta.

Te lleva a dejar el coche, y a convertirte en caminante de sus senderos concebidos. Te acerca a una puerta, que ya te da una pista, como si te fuera un director de cine, sobre que te espera detrás de esa imagen, algunas veces maciza, otras traslucida, de lo que hay detrás.

Esa puerta además suele tener un acompañamiento arquitectónico, que te hace la posible espera, más confortable. Cuando atraviesas la puerta, empiezan los ilusionismos, patios cubiertos, descubiertos, interior y exterior poco definido, confunde tus sentidos, con luces y sombras, te acompaña por su camino, para que la casa o el espacio te acompañe, sea de día o de noche, hacia donde él ha imaginado.

En ese sendero hay puertas que no se ven casi, no son importantes para él, puntos de luz naturales o artificiales que te marcan ya el sentido de tu marcha.

También juega con tu instinto de buscar ese espacio, que sabes o intuyes, que será el centro de toda la vida de esa casa o de ese espacio habitable.

Ese lugar lo sueles encontrar rápidamente, y muchas veces, no sabes si estás en el interior o en el exterior, puertas correderas, de cristal, techos de hormigón que convierten el exterior en un lugar cubierto tan importante o tan íntimo como un salón tradicional. Busca construir paredes que te hagan de paravientos, que creen intimidad, que te sirvan de referentes psicológicos, para que no te sientas perdido, te creen lugares de refugio, de confianza, y de confort.

Rincones que te inviten a poner una silla y leer un libro, en esos ámbitos, de soledades, que en nuestras propias casas necesitamos.

Pero también rincones familiares, con mesas macizas, con bancos de obra o jardineras, que tanto entran o salen del edificio.

Esos lugares y espacios pensados para una familia o para encuentros sociales de intercambio de conversaciones, trascendentes o absolutamente frívolas, tan mediterráneas, ese gesto de los vecinos de poner las sillas en la calle y crea una tertulia en las largas noches de verano.

Te ha llevado desde el asfalto más inhóspito, lleno de coches, a otro lugar, en cualquier sentido, en pocos metros.

Casi es un recorrido cinematográfico, de un director de cine que dirige todo una secuencia para que al final descubras el paisaje natural o humano que al le interesa que tu veas y participes de esa conversación , ya sea con la naturaleza, ya sea con otro o varios seres humanos.

Has atravesado puertas, pasillos, luces, patios, plataformas o explanadas, para llegar a lo mejor. A la Escena importante de cada momento. Has dejado tu cartera, tu abrigo, tu compra, y todo lo superfluo por el camino, casi sin darte cuenta.

Y eres consciente de que hay dormitorios, baños, cocina, armarios, y todo lo necesario, pero has atravesado todo esto, y al final ves y estás en el centro, donde él le pone un marco, te hace un plano fijo y te resalta lo más importante, tú y tu paisaje humano.
Esto lo podría aplicar a casi todos los edificios de mi padre en La Manga, ese sendero, ese camino, de director de cine…..donde al final estas tu. Quizás es que desde el principio, como buen mago, eras tú el protagonista y no él.

1 Comentario