La Manga y sus carencias

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Mucho ha cambiado La Manga desde que yo la conocí. Pero lo importante sigue, está y esperaremos que continúe siempre ahí.

Tanto en nuestros recuerdos como en nuestro paisaje y nuestra imagen sobre ella. Desde esta palabras intento siempre dar un testimonio de cómo la arquitectura, sea con mayúscula o minúscula, nos afecta mucho más de lo que creemos en nuestras vidas, en nuestros comportamientos, en nuestros estados esenciales de la calidad de vida cotidiana.

Todos hemos experimentado la sensación de entrar en un espacio nuevo y no encontrar el interruptor de la luz, de no encontrar en la mesilla de noche el enchufe correcto para nuestro móvil, o un armario inadecuado para guardar la ropa.

Unos armarios de cocina donde se pierde espacio, donde sin una escalera no son accesibles, tener que elegir si veo en el sitio adecuado la televisión o tengo que poner un sofá en el sitio inadecuado por la distribución incorrecta de las vías de paso y la circulación de los habitantes de esa casa, y no tropezar con todo.

Evidentemente siempre habrá unos muebles, un lampista inteligente o alguien con buenas ideas para ayudarnos a distribuir mejor esos espacios.

Pero la raíz viene de la arquitectura incorrecta, de un poco estudio de un plano, de un planteamiento erróneo del trabajo de diseño, poco argumento, falta de meditación, escasa cavilación, carecía de consideración, deficiencia en el pensamiento y costumbres hogareñas, ausencia de atención a los detalles, especulación y sobre los metros cuadrados de los que disponemos, introspección para conocer los hábitos cotidianos, ponderación de la necesidades reales y más primordiales de la utilización de una habitación, una cocina, o un baño.

Al final, es una falta de oficio.

Y el planteamiento ha de ser la base del proyecto, sea muy pequeño o muy grande. Y para una mayoría de personas, pocas veces podemos plantearnos hacer una casa particular y cumplir los deseos de una familia en concreto, la mayoría de veces, casi siempre tenemos que pensar estadísticamente, en lo que la mayoría desearan en su hogar, su hospital, su escuela, o sus plazas.

Hoy en día podemos recurrir a los especialistas, aquellos académicos que nos darán los parámetros necesarios para cumplir las necesidades de una mayoría de personas a las cuales nos vamos a dirigir al plantearnos nuestros diseños.

Pocas veces tendremos la oportunidad de dirigirnos a una familia concreta y cumplir sus deseos y necesidades particulares.

En La Manga, la Casa Rubio, por deseo de sus dueños, la biblioteca, tenía que servir también de capilla, en otra ocasión, un trastero en una casa de fin de semana de alta montaña, el dueño pidió que se dedicara sus colección de trenes eléctricos, una dueña de casa ,gran cocinera, pidió una cocina prácticamente profesional, e incluso también en un semisótano se hizo una sala de cine, muy de película.

Pero eso son trajes a medida, peticiones de familias concretas, y cuyas aficiones o costumbres y sus posibilidades económicas, pueden hacer variaciones curiosas, anecdóticas, y poco relevantes en una arquitectura seria y con fundamentos racionales.

Saber cómo diseñar una comunidad, unos servicios generales, unos usos correctos de sus instalaciones y como varia ese diseño la vida de los que lo habitaran, mejorando su vida cotidiana y añadiendo la razón y la dignidad a sus vidas, a sus relaciones personales y sociales, pensando tanto en el individuo como en el colectivo es mucho más relevante y como esa persona se va a relacionar con su entorno, un desafío creativo muy importante.

Hay que crear espacios de intimidad, espacios colectivos, y de comunicación. Que la persona encuentre su refugio, pero no se siente aislado, que tenga la posibilidad, si así lo quiere de relacionarse con los demás, de encontrar el apoyo de una comunidad que lo haga sentirse perteneciente a un lugar, donde conocer a sus vecinos, y crear un ámbito de pertenecía a un lugar, a una colectividad.

Si buscamos referentes en la arquitectura popular, siempre sabia, sabemos y conocemos, las plazas de los pueblos, el mercado, la iglesia, la escuela, y todo aquello que en un pueblo vertebra la vida cotidiana de sus vecinos.

Cuando partimos de cero, el urbanismo ha de saber crear estos espacios, los mismos, con los cambios de costumbres, de hábitos cotidianos y cambiantes de la época actual, pero sin dejar de lado, esas relaciones humanas que ha todos nos son necesarias, que nuestros niños estén cerca de la vida de sus abuelos y a la inversa.

Solo esas cercanías pueden crear las empatías necesarias, para que sigamos creciendo como comunidades correctas y no terminemos todos cerrado puertas individuales y desconociendo la complejidad de una sociedad, las variaciones de necesidades, la diversidad de problemáticas diferentes, sin estar aislados de la búsqueda de afinidades y no de las diferencias.

Solo el conocimiento próximo de las diferencias nos puede hacer más humanos, más cercanos, y al final, mejores.

Siempre el conocimiento de lo diferente nos hace más sabios, la curiosidad más jóvenes y la comprensión de los ajeno, más buenos ciudadanos.

Porque también, en el urbanismo, los protagonistas somos nosotros.
#SosMarMenor