¿Qué va a hacer la Consejería de Cultura en las salinas de San Pedro?

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Oficinas centrales de las salinas de Marchamalo, obra de Lorenzo Ros, abandonadas y necesitadas de un programa de rehabilitación idéntico al que Cultura ha puesto en marcha en las salinas de San Pedro.
Oficinas centrales de las salinas de Marchamalo, obra de Lorenzo Ros, abandonadas y necesitadas de un programa de rehabilitación idéntico al que Cultura ha puesto en marcha en las salinas de San Pedro. / JOSÉ LUIS DOMÍNGUEZ

La Consejería de Cultura va a destinar cerca de ochenta mil euros para la realización de diferentes trabajos de protección y conservación que inician la recuperación de los molinos salineros de San Pedro del Pinatar, declarados Bien de Interés Cultural (BIC), mientras las completas y abandonas instalaciones de la antigua industria de Salinera Catalana en Marchamalo no cuenta con ningún tipo de protección, ni hay previsto ningún programa de rehabilitación similar para los edificios semiderruidos presentes en la entrada de La Manga del Mar Menor.

Como señaló la consejera, Noelia Arroyo, durante la visita que realizó ayer a las de San Pedro, “están recuperando su esplendor pasado” ya que, continuó, “la Región es poseedora de un rico patrimonio por cuya protección y conservación velamos continuamente desde el Gobierno regional. Se trata de bienes que conforman nuestra historia y nuestra identidad, como es el caso de estos molinos de excepcional valor cultural, y por ello deben ser heredados por las futuras generaciones en las mejores condiciones”. Declaraciones perfectamente extrapolables a los restos aún en pie de Salinera Catalana, entre los cuales se encuentra el edificio de las oficinas centrales construidas por Lorenzo Ros en 1932 y en deplorable estado de abandono.

Fue el propio Servicio de Patrimonio Histórico de la Consejería de Cultura quien realizó diversos informes relativos a estas industrias, señalando la necesidad en la recuperación tanto de la fábrica como de la maquinaria (única en la zona). Por ello, los técnicos propusieron una serie de medidas urgentes de obligado cumplimiento para su conservación hasta que se realice la rehabilitación integral.

Arqueología industrial en rehabilitación

Los trabajos técnicos previstos para recuperar estas fábricas de las antiguas salineras ya han comenzado y consistirán en «la limpieza y desescombro del interior y del exterior de los molinos —añade la Consejería—, la reparación de las cubiertas para evitar la entrada de agua y la reparación de la carpintería exterior de madera para cerrar los huecos e impedir el acceso».

También se realizará el arreglo de las zonas con desconchados, humedades y con falta de material, la protección de la estructura interior de madera de forjados y escaleras y, por último, la protección de la maquinaria interior y la reparación de la exterior, en especial de los palos y las norias que presentan peligro de caída.

Noelia Arroyo añadió que “el proceso de recuperación de los molinos se inició desde el Servicio de Patrimonio Histórico de Cultura con la adopción de estas medidas para frenar su deterioro e iniciar así la recuperación de unas construcciones emblemáticas que forman parte del paisaje de San Pedro y del Mar Menor, y que deben seguir siendo un reclamo tanto para los ciudadanos de la Región como para los turistas”.

Para cada molino salinero, Cultura ha destinado en la redacción y en la ejecución del proyecto de estas obras de protección y conservación un importe de cuarenta mil euros.

Características

Los molinos de viento de Quintín y La Calcetera se encuentran en el Parque Regional de las Salinas y Arenales de San Pedro del Pinatar y su particularidad está más en su uso que en las diferencias arquitectónicas que pueda haber con los molinos harineros o de agua.

Según los expertos, las primeras explotaciones de sal de la zona se remontan a la época fenicia, aunque es a partir del siglo XIV cuando la laguna es abandonada como lugar de pesca para su transformación en salinas.

Molino idéntico abandonado en Marchamalo a los rehabilitados en San Pedro / JLD
Molino idéntico abandonado en Marchamalo a los rehabilitados en San Pedro / JLD

Estos dos molinos, al igual que el que aún permanece en pie en Marchamalo, fueron construidos en el primer tercio del siglo XX para, gracias a la fuerza del viento, trasvasar agua desde el Mar Menor hacia las balsas de almacenamiento en las que se evaporaba dejando libre la sal, y estuvieron en uso hasta principios de los años setenta del pasado siglo, fecha en la que se instalaron bombas eléctricas.

Se trata de construcciones troncocónicas de unos diez metros de altura cuya parte superior está coronada con una cúpula cónica realizada en madera. Las aspas podían llegar a medir entre 10 y 14 metros y a ellas se amarraban unas velas triangulares, a diferencia de las de los molinos manchegos, que mantienen una forma rectangular.