«Cita en La Manga», un libro que retrató el glamour de los setenta

0
La Manga tenía tanta vida social en los setenta que hasta se publicaban libros sobre ella.
La Manga tenía tanta vida social en los setenta que hasta se publicaban libros sobre ella. / JLD

La intensa vida social que se vivía en La Manga durante los años setenta incluso provocó que dos periodistas nacionales, Sánchez Rada y José Luis Salanova, publicaran un curioso libro que bajo el nombre de “Cita en La Manga” da una repaso a todo el ambiente y el glamour que aquí se concentraba.

La modelo de la portada, que ilustra este artículo y a la que mira embobado un campesino, es Suzane Bourrough, una miss protagonista de fotonovelas y azafata de Valerio Lazarov que regentaba, por aquellos años, una boutique de moda frente al hotel Cavanna.

Salanova habla en su libro de los restaurantes Dos Mares, destacado por su mújol y la dorada; El Vivero, junto a la discoteca Miau-Miau, especializada en mariscos; El Palangre, por el hotel Galúa, de sabrosas carnes, junto al Madrigal y el Géminis; y el Oasis y El Mesón, cerca del Entremares.

En Cabo de Palos estaba y está el Miramar y El Mosqui, de típico caldero; La Tana y económicos como el Katy o el Nina, a la entrada de La Manga. Siempre según el libro si hubiéramos buscado restaurantes con comida extranjera, la oferta era grande en La Manga: el Borsalino, el Chez Michel y El Marsella, de comida francesa; Don Pedro, en los apartamentos Brasiliana con una gran piscina; el Columbus y Tres Cantos, de comida sueca; el My Chef, comida china y la Pizzeria y el San Remo de cocina italiana.

Y en cuanto a bares la lista era inacabable: el Euflo, al lado del Entremares; Verdú y El Loro Verde, en plaza Bohemia; San Remo I y II, Park Center, La Merienda, en Las Sirenas; El Paso, a la entrada de La Manga; Commy, en Euromanga; Mr. Henry, Obélix, Puerto Rico y Schnell-Inbistake Away, en Bellavista; London Bar, Toros Head, Snipe, Bo-Bo, Las Gaviotas, el Hipopótamo, el Metro y Conejo Loco, en Puerto Bello; Bahía pub, El Barril, Tequila, El Cisne y El León, en Nuevo Puerto Bello; La Cueva, en Las Sirenas; La Fragua, en el edificio Babilonia; Oasis, en Torre Varadero; Kaito, en la Gola; Perrys Bar, en Manga Beach; Capri, junto a la gasolinera de La Manga y el Drugstore 24h, frente al Entremares, lugar este último donde también había La Pandereta, con su famosa jaula de baile.

Además, estaba El Timón por el Cavanna; Sapo Verde, El Navegante y el restaurante La Balandra.

Más adelante los autores mencionan a algunos de los que se asentaron en La Manga como Rafael y Amparo Caraballo, del Mesón El Cortijo en Cabo de Palos, con sus famosas parrillas al carbón; a Paul y José, de los Shalako I y II; a Tania la rusa que regentaba el Club Tania; a Julia Hernando, propietaria además de El Marsella y Andrés Campanero, guitarra madrileño que montó el Café del Puerto.

Y siguen recordando a Luis Navarro, secretario del CN Dos Mares; Jesús Puche, médico que pasaba consulta en unos locales cerca del Entremares; Sebastián Damund, hostelero y cocinero del Restaurante Dos Mares; Antonio Bonilla, en la barra del Entremares; Fernando Ruiz, en El Euflo; José Sánchez y Ana, del Mesón; Gunilla Nilsson, propietaria del Tres Cantos, María Boda, casada con Antonio Herráiz y responsables del Conejo Loco; Juan de Haro, del Pantera Rosa; Diego Martínez, el rey de la cerámica; Pepe el de La Manga, antes Pepe de Cádiz, guitarrista, cantaor y bailaor; Obregón, campeón mundial de los pesos ligeros, Manolo Juárez, matador de toros; Elsie Cohn Johnsson, pintora sueca; Juan Chica, especialista en cócteles, Vicente Molina, excepcional jinete; Federica Saubot y Jaime Monraba, relaciones públicas; Inocencio García, del Entremares y Benito Gómez, del Miau Miau; Sandrina Bertish, sudafricana todo terreno que llevaba una boutique, una escuela de vela y era corresponsal del Costa Blanca News y, por parar ya, Gori, nombre artístico de Ángel, barman del Tres Cantos.