Los capitanes Leblanc y Le Blanc: una pareja mortal

0
Imágenes del Provana y La Curieuse / J.B.

Hacía referencia en un artículo anterior a los combates que se produjeron en las proximidades de Cabo de Palos en el transcurso de la Segunda Guerra Mundial. En este artículo me referiré a otro de ellos y que tuvo como consecuencia la pérdida del primer submarino italiano en este conflicto.

La entrada en la Segunda Guerra Mundial de Italia se había producido el 5 de junio de 1940. Esta circunstancia hizo que los convoyes franceses que unían los puertos del Norte de África con los franceses tomaran rumbos próximos a la costa española, distanciándose de las peligrosas aguas italianas.

Sin embargo, la flota submarina italiana poseía una amplia experiencia de combate en aguas españolas, fruto de las múltiples misiones ejecutadas durante nuestra Guerra Civil y, en consecuencia, no iban a dejar de acosar a los barcos enemigos allá donde se encontraran.

Uno de los primeros submarinos en hacerse a la mar fue el Andrea Provana, un submarino de la clase Marcello, entregado en 1938, con base en Nápoles y al mando del experimentado capitán de corbeta Ugo Botti.

En la noche del 16 al 17 de junio de 1940, el Provana avistó, a 30 millas al sur de Cabo de Palos, el convoy francés IR.F2, en tránsito de Orán a Marsella. El convoy estaba formado por los mercantes Mèdie II, Florida, Kita, Edéa y Djebel-Aurès. Como escoltas se encontraban los avisos Commandant Bory, al mando del capitán de corbeta Leblanc, y La Curieuse, al mando del capitán de corbeta E. M. J. Le Blanc. Todos ellos navegaban en zigzag, con rumbo Norte y a 13 nudos.

El Provana maniobró para, desde una distancia de 1800 m, lanzar dos torpedos a las 16:31. Uno de ellos paso a 200 m de La Curieuse. La maniobra había sido advertida por la dotación del escolta francés que, rápidamente, maniobró para eludir el torpedo mientras daba la alarma al resto del convoy. Inmediatamente, el Commandant Bory maniobró para unirse a su compañero en la caza del submarino.

La Curieuse puso rumbo siguiendo la estela del torpedo, un rumbo que le acercaría ineludiblemente al origen del lanzamiento y aumentando su velocidad a 16 nudos. A las 16:42, llegado al punto donde se suponía que estaba sumergido el submarino italiano, lanzó un rosario de mortales cargas de profundidad, orientándose por la burbuja de aire comprimido dejada por el submarino durante el lanzamiento.

Dos minutos antes, el Commandant Bory había llegado a la zona y también se disponía a lanzar sus cargas de profundidad.

La superficie del mar se llenó de columnas de agua procedentes de la explosión de las cargas. Bajo la superficie, el Provana recibía un duro castigo, con numerosas averías y desgarros en el casco hasta que, llegado el momento, su comandante decidió emerger y vender cara su vida y la de su dotación combatiendo al cañón en superficie. No tendría esa oportunidad.

El periscopio emergió a 800 m a estribor del aviso, siendo inmediatamente detectado por la vigilancia. Instantes después, todo el submarino era visible en la superficie.

La distancia al Commandant Bory era tan corta que el único cañón del que disponía el francés disparaba por encima del submarino sin acertarle. Además, los artilleros cesaron el fuego cuando advirtieron que el La Curieuse se dirigía a 20 nudos hacia el submarino con objeto de embestirlo, mientras realizaba disparos de ametralladora contra una figura que se recortaba en la vela del submarino.

El impacto fue brutal. La roda de La Curieuse golpeó violentamente por detrás de la vela, entre ésta y el cañón de popa, partiendo en dos al Provana. Pocos segundos después, el submarino se iba al fondo con los 62 miembros de su dotación. No había supervivientes.

El Commandant Bory se acercó por la popa a La Curieuse y el comandante Leblanc preguntó por el megáfono: “¡Bien hecho! ¿Cómo estás?”, a lo que el comandante Le Blanc respondió: “Espero mantenerme a flote”.

La proa abierta de La Curieuse embarcaba 150 toneladas de agua, un cuarto de su desplazamiento, y empezó a navegar a 8 nudos en demanda de Orán. Su compañero navegó escoltándolo por si las cosas se ponían aún más feas y la dotación de La Curieuse tuviera que ser trasbordada.

Durante el tornaviaje, a bordo de La Curieuse se rezó un responso por las almas de los marinos italianos. La Regia Marina había perdido el primero de sus submarinos en combate.