Un nuevo fallecido en la playa del Galán de La Manga «por síndrome de inmersión»

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La playa del Galán ha vuelto a ser escenario del fallecimiento de un anciano / DLM

En la playa del Galán de La Manga del Mar Menor, el mismo lugar donde fallecía una anciana el pasado siete de julio por «síndrome de inmersión», falleció ayer martes un hombre de aproximadamente ochenta años de edad por las mismas causas, según informa el Centro de Coordinación de Emergencias 112.

El personal sanitario que acudió ayer tarde a la citada playa, a orillas del Mar Menor, no pudieron salvar la vida de este anciano aunque fue sacado del agua inconsciente.

Una turista sanitaria, que se encontraba en la playa, le practicó las primeras RCP e inmediatamente fue atendido por una Unidad Móvil de Emergencia del Servicio Murciano de Salud.

Al lugar de los hechos acudió Protección Civil de San Javier con una ambulancia asistencia y socorrista aunque la UME informó, minutos más tarde, que a pesar de los intentos de reanimación el hombre había fallecido.

Un temido síndrome

Las estadísticas de fallecimientos por esta causa durante este verano están empezando a ser dramáticamente alarmantes por su frecuencia en pocos días.

Según datos aportados por nuestro colaborador y médico José Antonio Martínez Otón en un artículo publicado en DLM en septiembre del año pasado («La cara más amarga del Mar Menor: el síndrome de inmersión o ahogamiento«), durante ese verano fallecieron diez personas en el Mar Menor por esta causa.

Actualmente, y cuando solo llevamos quince días de la temporada estival, ya han fallecido cuatro personas por este motivo: los dos casos de la playa del Galán, sucedidos el 7 y 18 de julio, más un fallecimiento en El Pedruchillo el día 12 y otro en Los Nietos el 13 de este mismo mes.

«La  alta tasa de mortalidad en el Mar Menor, que supone un tercio del total de muertes por ahogamiento en toda la Región -añade el doctor Martínez Otón-, es el reflejo de las especiales condiciones que presenta nuestra laguna salada: escaso oleaje, poca profundidad, temperatura del mar elevada y exposición solar prolongada; lo que le confiere cierto aire de seguridad para personas menos resueltas en el mar. Estas condiciones favorecen la deshidratación, la hipotensión y la descompensación de patologías crónicas previamente controladas, que precipitan el ahogamiento».