Ecologistas en Acción considera que el dragado de la Gola de Marchamalo «no está justificado»

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Imagen de archivo de marzo de 2017 con la arena extraída de la Gola de Marchamalo para la regeneración de playas / J.CEGARRA

Ecologistas en Acción ha mostrado su rotundo rechazo a la propuesta de dragado del canal de la Gola de Marchamalo, que conecta la laguna salada del Mar Menor, con el Mar Mediterráneo.

El rechazo se basa en dos razones: «que no está justificada la necesidad del dragado, y que en estos momentos de crisis ambiental es muy arriesgado aumentar la conexión con el Mar Mediterráneo».

La organización recuerda que este canal artificial nunca ha tenido mucho calado, por lo que la navegación por el mismo, para pasar de la laguna a mar abierto y viceversa, ha sido siempre residual.

«Por otro lado -añaden-  en un contexto en el que a medio y largo plazo el fondeo y la navegación en la laguna salada va a verse restringida, por los Planes de Gestión, aún sin aprobar, no tiene sentido aumentar la capacidad de tránsito de embarcaciones de recreo».

Según Ecologistas en Acción tampoco se puede justificar en la necesidad de obtención de arenas para “regeneraciones de playas”.

La Asociación recuerda que en 2017 ya se paralizó el dragado del canal con fines de “regeneración de playas” del Mar Menor y La Manga, por no ser aptas para dicho fin, al presentar concentraciones de metales pesados superiores a lo permitido.

«Además, la regeneración de playas tiene un coste y un impacto ambiental negativo, que podrían evitarse con una mejor gestión del litoral a lo largo del año. Por ejemplo, en el litoral del Mar Menor, las regeneraciones pueden afectar a especies protegidas como el Fartet, la Nacra, o praderas de fanerógamas en aguas someras».

No aumentar la conectividad

El segundo argumento para no llevar a cabo este dragado, se encuentra en los impactos negativos sobre el ya maltrecho ecosistema del Mar Menor, que podría derivarse del aumento de la conectividad entre la laguna y el Mediterráneo.

Ecologistas en Acción recuerda que el complejo ecosistema del Mar Menor está íntimamente ligado a las importantes diferencias físicoquímicas de sus aguas respecto a las del Mar Mediterráneo.

«Precisamente, uno de los factores que ha contribuido, entre otros, a la degradación actual de la laguna salada, ha sido el aumento de conexión del Mar Menor con las aguas del Mar Mediterráneo, al dragar el canal del Estacio en los años 70. La afección al ecosistema en las décadas siguientes ha sido evidente, sumándose a otros impactos negativos. Tanto es así, que desde el ámbito científico siempre se ha instado a no aumentar dicha conectividad».

Por esto la organización ecologista considera «una falacia» que se pretenda hacer creer que el estado ecológico del Mar Menor mejoraría con más conexión de sus aguas con el Mar Mediterráneo.

«Es una total irresponsabilidad que se esgrima este argumento desde las instituciones públicas, que además han sido advertidas de los enormes riesgos que puede suponer para especies en peligro crítico de extinción como la Nacra».

Recuerdan que la Nacra ha desaparecido casi totalmente en el Mediterráneo debido a un parásito, que de momento no ha afectado a la población presente en la laguna salada. El Mar Menor es uno de los poquísimos santuarios de la especie a nivel internacional, y es un deber y una enorme responsabilidad mantener esta población a salvo. De hecho, una actuación que acabe provocando la mortandad de esta especie, podría considerarse Delito Ecológico, dado el nivel de protección legal actual de la especie.

«Tratar el Mar Menor como una piscina que se “limpia” cambiándole el agua, no es sólo un alarde de ignorancia absoluta, sino que supone faltar al respeto a la comunidad científica que lleva años advirtiendo, presentando estudios y propuestas a las administraciones competentes».

Un problema agrícola

Ecologistas en Acción insiste en que para solucionar la crisis ambiental del Mar Menor, el Gobierno Regional debe poner el foco de atención, y el esfuerzo, en toda la cuenca de drenaje que va a parar al Mar Menor, que es donde se origina el principal impacto actual sobre la laguna: la eutrofización.

«Es necesario llevar a cabo actuaciones de arquitectura del paisaje y soluciones basadas en la naturaleza, para reducir, a diferentes niveles, tanto las escorrentías que van a parar a las ramblas, como los sedimentos, nutrientes y metales pesados que estas y otros flujos arrastran hasta el Mar Menor. Y esto debe ir de la mano de una auditoría de la industria agrícola en el Campo de Cartagena, cuyos impactos son inasumibles, en la que se determine la cantidad de regadío y el modelo de producción compatibles con la conservación de una de las principales joyas naturales de nuestro territorio, que alberga numerosas especies protegidas, y que tenemos el deber de conservar».

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