Los Municipios Ribereños acusan de «cínico» a Antonio Luengo por culpar al Estado de los males del Mar Menor

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La alcaldesa de Cañaveruelas y presidenta de la Asociación de Municipios Ribereños, María de los Ángeles Sierra, considera que el problema del Mar Menor "es la industria químico-agrícola de alrededor, no el agua" / DLM

“Hay que ser muy cínico para ir a Madrid y culpar al Gobierno de los males del Mar Menor, cuando por todos es sabido los desmanes que llevan consintiendo desde hace un cuarto de siglo a la gran culpable, la agricultura industrial del regadío”, afirmó ayer la presidenta de la Asociación de Municipios Ribereños, María de los Ángeles Sierra, al conocer la noticia de la reunión que mantuvo la ministra de Transición Ecológica, Teresa Rivera, con el consejero de Agua, Agricultura, Ganadería, Pesca y Medio Ambiente de la Región de Murcia, Antonio Luengo.

“El problema del Tajo y el Mar Menor es común: la sobrexplotación del regadío, la codicia de quienes no paran de roturar nuevas hectáreas y también de quienes llevan permitiéndolo décadas, cómplices de un atentado ecológico que lamentarán nuestros nietos”, ha añadido Sierra.

Para la también alcaldesa de Cañaveruelas “es injusto que desde un ministerio que se autodenomina de Transición Ecológica se permita esto y se trate el asunto con equidistancia, si todavía fuera el ministerio de Industria podría comprenderse; pero hablar de regadío intensivo como solución a la desertificación, es dantesco”.

Así, Sierra señala la incongruencia de las palabras de Luengo, político muy vinculado al SCRATS. “Tiene guasa reivindicarse como luchadores contra la desertificación cuando son precisamente los mayores culpables de la deforestación en la Región de Murcia, con hectáreas y hectáreas devoradas por culpa de las nuevas roturaciones y tierra sobrexplotada por culpa de los productos químicos que permiten multiplicar las cosechas”.

Precisamente, señala la presidenta, “hay que tener valor o un alto grado de inconsciencia para señalar la aportación de agua de la rambla del Albujón como algo perjudicial para el Mar Menor, sin hablar de los fertilizantes que arrastran por culpa de la sobrexplotación agrícola, una industria altamente contaminante, cuya sed es insaciable y que sería capaz de secar el Amazonas con tal de ganar un euro más”.

“Las lluvias y las ramblas llevan alimentando y regulando el Mar Menor miles de años, el problema es la industria químico-agrícola de alrededor, no el agua; pretender recuperar la laguna salada sin enfrentarse a ello es curar un cáncer con aspirinas”, sentencia María de los Ángeles.