La Manga, ¿parque temático de los sesenta?

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El franquismo puso en marcha una potente campaña de publicidad para promocionar La Manga. Tan potente que aún permanece en la conciencia colectiva de todos los españoles
El franquismo puso en marcha una potente campaña de publicidad para promocionar La Manga. Tan potente que aún permanece en la conciencia colectiva de todos los españoles / RTVE

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Convirtamos La Manga en un parque temático… de los sesenta.

Volvamos a sus orígenes, tampoco ha cambiado tanto.

Calles ambientadas en la serie Cuéntame, estética de los comercios retro, guateques a cascoporro, trolebuses urbanos, farolas de la época y cabinas de teléfono “de fichas”.

La propuesta tendría su público. Todos aquellos nostálgicos cincuentones y sesentones que añoramos una estética y unos recuerdos (que nada tienen que ver con el franquismo) volveríamos encantados a la infancia unos días para sufrir dejà-vu individuales y sentir, cincuenta años más tarde, las mismas sensaciones que vivimos en familia cuando nos acercábamos a La Manga a veranear hacinados en un 850.

Los hoteles recuperarían el esplendor de aquella época recreando los ambientes que millones de españoles recuerdan.

El franquismo puso en marcha una potente campaña de publicidad para promocionar La Manga. Tan potente que aún permanece en la conciencia colectiva de todos los españoles
El franquismo puso en marcha una potente campaña de publicidad para promocionar La Manga. Tan potente que aún permanece en la conciencia colectiva de todos los españoles / RTVE

El cine y el “1,2,3” hicieron una enorme labor de divulgación de la zona que, sorprendentemente, aún se guarda en la memoria colectiva de este país. Nada nos impide aprovecharnos de nuevo de esa antaño fantástica, interesada y potente campaña de publicidad franquista todavía muy viva entre nosotros para intentar relanzar de nuevo La Manga en los sesenta, su época de esplendor turístico.

Imagínese, querido lector, una nueva potente campaña institucional con anuncios recreando esos nostálgicos sesenta e invitando a los españoles a que vuelvan a vivir sus “veranos de la juventud” en La Manga.

Imagine, de paso, que una coordinada estrategia de marketing a todos los niveles lograra que las fuerzas económicas y sociales que viven todo el año aquí se conjuraran para crear ese ambiente retro de vinilo, patillas y pantalones de campana tanto en los comercios como en hoteles y en la mismísima calle. Y todo, por supuesto, en la añorada peseta.

Omitiendo los desagradables fallos que la famosa película de Yul Bryner hizo sobre un parque temático lleno de robots (Westworld, “Almas de metal” en España) la idea sería muy cercana a las propuestas de ocio futurista que el film propone.

Un complejo a lo Warner pero con sello propio. Sin necesidad de pedir permiso a ninguna empresa extranjera que tenga los derechos de explotación sobre ninguna marca atractiva para el turista.

Al fin y al cabo La Manga es una potente marca del pasado. Nada nos impide relanzarla cincuenta años más tarde y aprovecharnos de ella.

Los productos en el mercado funcionan así: con recuperaciones cíclicas que garantice a las empresas la continuidad de unos beneficios con cargo a la idea original.

Bienvenido al pasado.

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