Carta al director: Mar Menor, La Gran Guardería, de Germán Lozano

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De unos meses a esta parte la gran problemática del Mar Menor está siendo el centro de atención de políticos, medios, organizaciones no gubernamentales y de todo aquel que tenga oídos, porque es bien sabido que, cada año, cuando se acerca la época estival, regenerar las contaminadas aguas de esta laguna salada se convierte en una prioridad que suele diluirse allá por septiembre u octubre.

Se habla de cómo lo van a solucionar, hay proyectos para su descontaminación, se habla de eliminar los vertidos de fitosanitarios desde los cultivos que rodean el estupendo marecito, de realizar un gran colector que recorra todo su perímetro, tratan de ver cómo reducir el impacto negativo de un turismo masivo y poco respetuoso, ¿he dicho turismo? Bien, veamos. Cada vez que se habla de los motivos por los que debe regenerarse este plácido mar resulta que el fin único es el turismo. Algo se dice de la mejora del medio ambiente y esas cosas, pero claro, para que el turismo esté mejor. Y venga con el turismo, que es lo único que parece dar algo de `cash´ a la economía de esta región murciana. No digo que no sea importante pero está claro que no es lo único y creo que el error máximo está ahí, en enfocarlo todo alrededor de él.

Regenerar el Mar Menor es algo imprescindible, está claro que hay que lograr hacerlo, pero quizá si la finalidad de esa gran actuación fuese algo más interesante los esfuerzos se acrecentarían. Me extraña que a nadie se le haya ocurrido esto que voy a exponer pero yo por si acaso lo voy a dejar caer, no vaya a ser que suene la flauta y se me haya ocurrido algo realmente interesante.

Quizá, y solo quizá, el fin máximo por el que debería restaurarse el Mar Menor y evitar su contaminación sea para poder recuperar e incentivar algo que en parte ya lo fue de forma natural: Una inmensa piscifactoría natural que hiciese las veces de `guardería´ de alevines de pescados y mariscos de todas las especies que pudiesen prosperar ahí.

Esta cosa tan sencilla de decir es complicadísima de realizar pero tengo motivos para pensar que podría convertirse en un negocio mucho más próspero, respetuoso con el medio y estable en el tiempo que un turismo masivo y de baja calidad totalmente incompatible con la regeneración de la laguna.

Convertir el Mar Menor en la cuna de la pesca de todo el mediterráneo podría dar un nuevo valor a nuestra región, criar y exportar alevines a los grandes caladeros, o algo así, porque realmente yo de pesca no entiendo nada, pero ya saben, blanco y en botella suele ser leche.

Sabemos que los mares se agostan. La pesca es cada vez más escasa y el consumo humano mayor; realmente es algo insostenible y está en nuestras manos hacer algo para evitarlo. Con esa actuación, haciendo de nuestro pequeño paraíso acuático una gigantesca guardería de cientos de millones de peces, podríamos evitar en parte lo que es una catástrofe mientras que nuestros impuestos capitalismo y consumismo ven a salvaguardo sus ambiciones con una posible gran empresa que daría mucho trabajo y beneficios.

Germán Lozano García
Paisajista