Primero de mayo

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Imagen de los trabajadores del Imida en la manifestación del pasado 1 de Mayo / CMM

El pasado 1 de mayo, trabajadores del IMIDA nos unimos a la manifestación por primera vez en nuestra historia. Una manifestación de fundamento ciudadano, que debería ser vista y llevada sin color político, puesto que se trata de algo que la mayoría de las personas somos en algún momento de nuestras vidas; trabajadores.

Como profesionales de la investigación agraria y alimentaria regional, solicitamos estabilidad laboral para la investigación desarrollada en el IMIDA. Cuando comenzamos las movilizaciones, hace ya más de un año, es posible que el asunto fuese una novedad para algunos, a pesar de tratarse de una situación sin resolver desde hace 20 años.

En 2017, el Observatorio Social de La Caixa, mostró en un estudio que la ciudadanía española apoya la investigación, sobre todo dese el tejido social de jóvenes y personas con niveles educativos elevados. Dos puntos fuertes a considerar en cualquier escenario de dificultad y con garantías de desarrollo. Atrás ha quedado la etiqueta de que los investigadores trabajamos en cubículos y círculos cerrados, que no nos conocen. Atrás queda la figura de investigadores sin familia, vocacionales, que casi viven del aire y que no empatizan con el resto de la población. Ya nada de eso es válido en ningún discurso. Y es un disparate aún mayor en nuestro IMIDA, siendo como es un centro de investigación aplicada a la resolución de problemas. Por ello, en este contexto, aún cobra más fuerza la realidad de que la profesionalización de la investigación en España debe ser uno de los principales objetivos a lograr como país.

Muchas veces las escasas noticias sobre personal investigador se centran en determinados discursos como la fuga de cerebros y su recuperación. Sin embargo, siendo importante, no es lo que construye la base del desarrollo investigador aplicado a la resolución de problemas. Un gran actor no puede hacer solo una gran película. Las noticias tipo STEM para alumnas nos llevan a donde nos encontramos: alumnado para las universidades sin crear puestos de trabajo, el cuello de botella, la gráfica en tijera, becarios eternos, investigadores en paro, personas sin poder independizarse o formar su propia familia, precariedad laboral en una profesión cualificada.

El reto es la profesionalización y estabilización laboral de la carrera investigadora con su personal investigador, técnico y de apoyo. Una base sólida y estable sobre la que depositar las nuevas ideas y proyectos que surgen para seguir creciendo. Esto es lo que pedimos desde el IMIDA, la materialización en estabilidad de lo que hemos construido juntos dentro del desarrollo como Región con tanto esfuerzo. Y ya de paso, valorar a las personas que llevamos 10, 15 y hasta 20 años en precario trabajando en una misma línea, formándonos de continuo y conociendo la problemática, con titulaciones, cursos y certificados de formación sudados gota a gota sin ser mercancías adquiribles, antes de que dejemos esta hermosa tierra. Por momentos, esto resulta una pesadilla de precariedad eterna e injustificada se mire por donde se mire.

Arribando al Malecón, el estallido de color de Murcia en flor de mayo entremezclado con el olor a azahar, recortándose a lo lejos el Segura, me llevaba a pensar lo indisoluble que es en la Región el progreso de la agricultura ligado a la investigación agraria aplicada como la que hacemos en el IMIDA. Y cómo gracias en gran parte a la investigación a pie de campo, hemos hecho de un lugar con recursos limitados, excepto las horas sol, productivo. Y más aún en un crecimiento vertical insostenible, con normativas restrictivas sobre modos de producir con el cambio climático como realidad incontestable. Legar esta profesión pasa por crear puestos de trabajo estables.

La Región de Murcia sin duda es bella en primavera, este primero de mayo multicolor. Lo es en su huerta y a orillas del mar, y tiene tantos paisajes maravillosos por los que trabajar y con los que identificarnos que van más allá de una torre de control que mira de lejos, a aquella otra compañera que dejó de centinela llena de vida, a orillas del mar.