Miras la Luna.
Te relajas.
Has llegado al paraíso en vida,
en una jornada sencilla, repetida,
que se percibe como la gloria
por su posible eternidad.
Todo cae bien
en este ecosistema
que hemos heredado de la Creación.
Nos tropezamos con el aire,
con el sonido de las sonrisas
de la una flora y una fauna
que nos integran
con destellos posibles.
Cada resquicio cumple su función.
Contemplas el cielo
en su ideal esplendor
con cara de enamorado
y te sientes integrado
con un entorno que es tuyo
por origen y por devoción.
¡Hay pocos sitios
que superen este nivel de bienestar!
¡Es mi Murcia!:
¿Qué más les puedo decir?
Juan Tomás Frutos.